Más allá de los campos de lavanda by Arlem Hawks

Más allá de los campos de lavanda by Arlem Hawks

autor:Arlem Hawks [Hawks, Arlem]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-05-03T00:00:00+00:00


El joven sostuvo el envoltorio de papel y Marie-Caroline seleccionó una de las finas galletas en forma de barco que le estaba ofreciendo. Se habían sentado sobre un muro viejo y bajo con vistas hacia el puerto. Numerosos mástiles se extendían ante ellos. Los trabajadores del muelle habían despejado casi toda la zona y Gilles había encontrado un rincón inusualmente tranquilo.

Marie-Caroline le dio un mordisco a la galleta.

—Solíamos comprarlas en La Petite Navette cuando era niña. Llevo años sin hacerlo. —Tenía los guantes sobre el regazo para no manchárselos. Con los dedos largos y finos sostenía el dulce con la delicadeza con la que un músico acaricia una flauta.

—Su padre no entendía por qué quería precisamente hoy una navette. —Gilles rio—. Creo que no sabe qué hacer con usted.

—No tiene que hacer nada conmigo. A estas alturas ya debería estar casada y tener mi propia casa. —Inclinó la cabeza y el ala de su canotier le ocultó parte del rostro.

El joven se inclinó hacia delante para verla mejor.

—Pero no lo está.

—No lo estoy. —Su voz, que solía ser firme, tembló ligeramente con lo que parecía… ¿Arrepentimiento? ¿Melancolía? Quizá hubiera dejado atrás a alguien en París. A Gilles le dio un vuelco el corazón. ¿Era por eso por lo que no quería volver a casa, a Marsella?

El joven apoyó la mano en la áspera piedra situada entre ambos.

—¿Y no le han…?

—¿No quiere una? —Marie-Caroline señaló con la cabeza hacia las galletas que él mismo sostenía—. Al fin y al cabo, las ha comprado usted. —Mantuvo la mirada fija en los guantes sobre el regazo.

Así que no quería hablar de pretendientes… Gilles fingió examinar las navettes de color arena sobre el envoltorio.

—No me gustan tanto como a usted.

—Y, aun así, ha accedido a acompañarme hasta la tienda.

Gilles se encogió de hombros.

—Mi jefe me pidió el favor.

Marie-Caroline frunció la boca. Tenía una miga sobre el labio superior y Étienne reprimió el impulso de limpiársela. La siempre impoluta dama no se daba cuenta de la presencia de la diminuta miga, pensó él, conteniendo las ganas de reír. Apenas era perceptible, a no ser que alguien le mirase fijamente los labios.

—También quería hablar con usted —añadió él con premura—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que conversamos.

La dama esbozó una sonrisa. Gilles sintió un cosquilleo en la yema de los dedos. No le hubiera importado acariciar esos labios carnosos. De hecho, hubiera disfrutado bastante de ello. Después, incluso podría haberlos acariciado con los suyos.

—Solo ha pasado una semana, Gilles.

El joven apartó la mirada y se aclaró la garganta. «Idiota». Había jurado que jamás la besaría. Amigos. Simplemente eran amigos.

—También sentía curiosidad por saber por qué quería navettes justo esta tarde.

Marie-Caroline le dio otro bocado. La miga que tenía sobre los labios le cayó a la falda mientras masticaba. Solo entonces se dio cuenta y se la limpió.

—Admito que deseaba ver la efigie.

Gilles frunció el ceño.

—¿La de Lafayette? —Aunque no había visto esa, sí que había visto muchas otras en las calles de Marsella.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.